domingo, 9 de mayo de 2010

ROJO


Vistió sus labios de un rojo carmín, maquillaba ansiosamente sus rasgos, como camuflándose con miedo y desesperación, casi como queriendo ocultar lo que había tras ella, más allá de sus extremidades, sus manos y sus dedos, más allá de su piel y hasta de su propio aliento, atravesando su propia carne, recorriendo sus venas, clavándose en los mismísimos huesos,... más allá hasta de ella.

Se miró al espejo, esta vez despacio, sin fuerzas, silente y calmada. Su mirada era triste, parecía temblar,... parecía querer llorar. No podía más. Por dentro el rímel desteñía sus ojos, quietos, casi inertes. No lloraría.
Calzó sus tacones, más rojos aún que el “te quiero” de su propia voz, y salió a la calle, a esa ciudad naranja bajo un cielo azul cían que anochecía dejando atrás a un astro casi derrotado. La ciudad parecía dormir, era silenciosa y cálida, casi desierta, cubierta de rotos tejados.

Y rasgaba ese vacío a lo lejos el sonido de sus tacones, hirientes y rojos... De pronto siente algo alcanzando sus pasos. No se decide, la sigue. Corre. 

No se atreve a mirar atrás. Está demasiado triste, demasiado nerviosa. Y apresura el paso. El taconeo torna atroz, rápido y fuerte, tronando como mil ecos. Corre. Incansable avanza, ¡veloz!

Sin embargo algo la detiene, ¡NO!, ¡LA RETIENE! La sujeta del pie, fuerte. Un tacón se había atrampado entre los adoquines. Pero deja de sentir miedo, solo un escalofrío recorre su nívea piel, desde un roce sentido en el tobillo, hasta clavarse en su espalda, muy lentamente... ¡sí!, ¡era él!, él recorriendo su tobillo, su pierna y su espalda, él en todos los lados hasta besar aquellos labios, hasta fundir de rojo las dos bocas...





Selene Porres Abad

2 comentarios:

Anónimo dijo...

besa de rojo mis labios...
no puedo cansarme de q sean el rojo de tu boca lo q se posa en mi y suavemnete me despierta cada mañana.

COMO TODO LO QUE ESCRIBES, ME ENCANTA! Pero tu mássssssssss.

tqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqq

Anónimo dijo...

tengo ganas de vert..

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